La aventura de Italia ’90 y la historia de un legado familiar

Algunos de los temas que se trataron en Espresso italiano

Ayer, participó del programa Espresso italiano, que se emite los sábados, de 10 a 11, por La Costa FM, Roque Bruno, de la pescadería Santa Cecilia, quien adelantó los preparativos de Semana Santa, siendo una fecha especial donde la tradición de comer pescado sigue presente en muchas familias. “Llevamos 31 años de trabajo de forma ininterrumpida y ahora me acompañan mis hijos ”.

Con sus antepasados italianos, Bruno recordó a su padre, que fue pescador, tuvo fábrica de pescado y siempre estuvo muy vinculado con el barrio Puerto, lo vio crecer y colaboró para que se haga la sala de primeros auxilios, el jardín Acuario, como así también el techo de la capilla Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Inclusive destacó “mi papá organizó la Fiesta de los Pescadores durante 15 años”.

En su familia continúan las tradiciones italianas y una de las que más disfrutan es bailar la tarantela todos juntos con sus hijos y sus hermanos. “En la fiesta de 15 años de mi hija, ella me pidió bailar la tarantela y ahí estuvimos todos juntos”.

Bruno también contó su experiencia cuando viajó a Italia. “Fue fantástico, caminamos 20 kilómetros en un día con la adrenalina que tenía y recorriendo sus calles parece que el corazón te va a explotar, es una experiencia muy especial estar en la tierra de tus raíces”.

 

Copa del mundo

En Espresso Italiano también estuvo presente el periodista Mario Maruca, quien recordó su vivencia al cubrir el Mundial de Italia ’90, con solo 23 años y luego lo plasmó en su libro “Sueño, fútbol y aventura”.

“Fue una experiencia maravillosa, pasaron 30 años, y vivó 38 días inolvidables”, aseveró. Al mismo tiempo señaló que al haber estudiado el idioma italiano le abrió muchas puertas.

Maruca recordó que para poder enviar el material periodístico, era más engorroso que ahora ya que no existía tanta tecnología, por lo que iba hasta el aeropuerto para llevar el material y enviarlo por avión a Buenos Aires. Aunque destacó que “en la sala de prensa teníamos teléfono disponible, un monitor para ver el partido, todo a nuestro alcance”, dijo.

Este viaje fue muy especial porque no sólo pudo ver al papa Juan Pablo II a muy pocos metros y recibir de su mano una estampita, sino que además el embajador de Argentina en Italia, Carlos Ruckauf lo invitó a compartir un almuerzo, y lo más importante, conoció a su familia. “Fue una verdadera fiesta, ellos me recibieron en su casa, me dieron todas las atenciones”, señaló emocionado.